viernes, 20 de agosto de 2010
El Abulón: romántico trovador
Al tiempo que las aves dan un paseo sobre el azul turquesa del mar, la vendedora de collares se prepara para empezar su día y mientras los turistas buscan una sombra para instalarse a la orilla de la playa, don Emiliano Martínez Pérez, saca un suspiro al empezar a sumergirse en lo más profundo de sus 88 años de vida.
Emiliano Martínez, es reconocido en la historia de Isla Mujeres, no sólo por sus importantes vivencias, sino por ser el pionero de la trova.
Con el sol en la cara, el músico extiende sus manos para mostrar lo grande que era el tambor que su tío Manuel le compró a sus ocho años de edad, “casi se me arrastraba de tan grande que estaba el instrumento y yo tan pequeño”.
Al recordar su octavo año de vida, describe a los lomeríos de arena que antes existían, como grandes cerros de arena, donde bastaba estirar la mano para encontrar caracoles o tortugas.
El tambor no sólo fue el instrumento con el que de niño don Emiliano le daba alegría a sus días, sino fue la herramienta con la que dio inicio a su carrera de músico. A sus doce años su papá Fructuoso Martínez, le compró la guitarra con la que iría comúnmente a llevarles serenata a todas las muchachas de la isla.
La alegría en el rostro del galán, se hace presente, ciertas palabras salen de su boca: “Mi papá me enseñó a tocar un poco de guitarra”, sin embargo, estas se ven interrumpidas por su hija menor Elmy, quien expresa que su padre llegó a ser mejor de lo que su abuelo era, tanto que en la isla fue reconocido por su don de tocar el instrumento”.
Don Emiliano mejor conocido como “El Abulón”, orgullosamente expresa que su nivel de estudios fue hasta el quinto año de primaria, pues en ese tiempo era el máximo grado escolar y recuerda muy bien al director quien era Manuel Vázquez.
Con cierto reclamo, opina que la educación de la actualidad va en deterioro, pues antes tenían maestra de piano y canto, lo cual permitía desarrollar sus habilidades artísticas, contrario a los programas educativos de hoy en día.
La memoria del “Abulón” para nada se nota atrofiada, pues con claridez recuerda que el nombre de su profesora era María Luisa, nombre que entona con respeto.
Don Emiliano, da un vistazo en el horizonte del mar Caribe, recuerda los años donde eran pocos los que se atrevían a cruzar a Buenaventura, hoy conocido como la Zona Continental, pues explica lo peligroso de visitar aquel lugar, “había tigres, víboras, aparte del campamento de chicleros, que era muy temido”.
Con este recuerdo, una de las partes más emocionantes y memorables de su vida, se le viene a la mente. El rostro nervioso, igual que hace años, conmemora el momento donde un tigre estaba frente a él, ¿qué hacer?, sólo sabía que traía tres arpones en la bolsa y no dudo en utilizarlos, un disparo en la frente, fue lo que tiró al animal, otro y lo mató.
“Los restos del tigre sirvieron de alimento para los chicleros, yo tuve mucho miedo, la verdad, me temblaron las manos y no disparé sin antes persinarme”.
“El Abulón” camina, da algunos pasos por el muelle, que antes estaba cubierto de arena, fija la vista en los comercios y dice: “antes esto no estaba, las casas eran de madera y de paja, eran mucho más grandes”
Su cabello blanco, en su lugar, listo para ser fotografiado, recibe una corriente de aire, de esas que tanto le gustan a don Emiliano y por las que nunca dejaría su isla, su hogar.
El señor acepta que un día dejo su isla, se fue a Tampico por parte de la Armada, donde él trabajaba, sin embargo tuvo y prefirió regresar…
Su retorno se debió a que sus siete hijos tenían que estudiar y en la Armada no le alcanzaba para todo, sabía del buen tiempo para la pesca de langosta, así que sin dudarlo, regresó a ejercer su labor como pescador, lo cual era de su total agrado.
Por parte de su padre, don Emiliano no sólo heredó el don de músico, sino además una panadería, donde tenía un horno de piedra, del cual hace poco se deshizo.
Hasta el día de hoy, los pescadores le piden galleta marina, ¿qué es la galleta marina?, es un invento de “El Abulón”, la cual está hecha a base de harina, agua y sal, estaba preparada con el total propósito de que durara tanto como las travesías de los pescadores.
Al hablar de pescadores, don Emiliano recuerda como antes los tiburones se le amontonaban en la lancha, “pensábamos que los animales voltearían la lancha, me daba mucho miedo”. Recuerda a la Isla Contoy como el lugar donde se surtían de langosta.
El pescado es la comida favorita de este gran personaje, a él le atribuye la fuerza y la buena sangre que hoy tiene a sus 88 años. Sin embargo, su otro platillo predilecto lo expresa con lamento, “la tortuga me gusta mucho, lástima que ya no hay, todo se explotó”.
Don Emiliano, no sólo lamenta la ausencia de las tortugas, también añora la gran fiesta que se le hacía a la Inmaculada Virgen de la Concepción, “eran siete días de fiesta, bailes de gala, orquesta. La gente esperaba las festividades para comprar sus vestidos, mi esposa, María del Carmen Vera Méndez, era de las mujeres que estrenaba atuendo cada noche”.
-¿Por qué la fiesta no se hace tan grande como antes?- Antes, había más organización, pero sobretodo fe, se le veneraba más a la virgen.
Marilú, Isolda, Rita, Marvin, Dalia, Landy, Elmy corresponden al nombre de sus siete hijos, quienes definen a don Emiliano como un hombre de pocas palabras, muy reservado, positivo, leal, pero sobre todo como el mejor padre porque nunca lastima con sus palabras.
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